Corrientes: La producción de carne vacuna, con visión global

La Argentina está jugando por estos días dos grandes partidos sobre producción y comercio de carne vacuna, un producto emblemático tanto en el paladar nacional como bandera histórica del posicionamiento agroalimentario de nuestro país en el mundo.

Por un lado, en Corrientes, epicentro de las razas sintéticas que están transformando a la ganadería con perspectiva global, se desarrollan las exposiciones nacionales de las razas Braford, Brahman y Brangus, con la participación de más de 1000 ejemplares, ante tribunas repletas de especialistas de distintas provincias y de países limítrofes.

A la par, en el otro lado del mundo, se desarrolla la feria Sial, en Shangai, China, el país que se ha convertido en una aspiradora de las reses argentinas, desde pocas toneladas una década atrás hasta el actual 30% de los embarques de reses bovinas argentinas que salen al mundo. Y más de 30 frigoríficos exportadores se muestran en esa meca global de la mano del Insituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA), el organismo público privado que aglutina a los actores del sector para gestionar el posicionamiento.

Con todo, hay muchos desafíos por delante en la provisión de proteínas de alta calidad para un mundo que presenta oportunidades. La genética es la base de la productividad que se exhibe en el imponente predio de la Sociedad Rural correntina, en Riachuelo, con el apoyo organizativo de Exponenciar, el equipo de Expoagro y otros eventos de calidad mundial.

Otros desafíos son el manejo nutricional y el manejo sanitario, para que la genética se exprese de la mejor manera posible. En ese sentido, son importantes desde las tecnologías en forrajes hasta los controles y eficiencias de la salud animal. manejo sanitario. 

A la par de todo ello, se plantean las metas ambientales, en un contexto de críticas de la sociedad por la problemática de las emisiones de gases de efecto invernadero, en particular las de metano, que lejos de negarse deben abordarse con datos científicos.

En ese sentido, la mejora ambiental va de la mano del aumento de la productividad. Se puede mejorar la ecuación económica y a la par reducir a un tercio las emisiones. Más temprano que tarde, el mercado va a implementar premios y castigos sobre eso. Uno de ellos es el requisito de la Unión Europea, que exigirá certificados de lotes libres de deforestación para la carne como para la soja.

Lo mejor que se puede hacer es justamente impulsar las prácticas transparentes, competir en calidad genética como en Corrientes y en precio y calidad en mercados como el chino. Para ello es necesario implementar trazabilidad, con identificación fidedigna del campo a la mesa, que es la mejor manera que los consumidores paguen lo que el producto vale.